NATURALEZA Y CULTURA POR
“TIERRA DE BIESCAS”
La salida
74 efectuó un recorrido lleno de contrastes: viento, nieve, sol…
El sábado,
ya preparamos las mochilas y ropa de abrigo en cantidad por “si acaso…”.
Saludos matinales en la mañana del domingo día 10 y al autobús que nos
lleva en esta ocasión a la comarca del Alto Gállego, haciendo parada en
la bella población de Biescas, comienzo y fin de un recorrido circular
por el que caminamos, luchando contra los elementos meteorológicos, a lo
largo de la mañana. Pintaba mal el tiempo a la salida; luego, a lo largo
de la marcha, más de setenta excursionistas disfrutaron de estupendas
vistas gracias a la ventisca que cubría las montañas.
Las 9 de la
mañana marcaba el reloj cuando el grupo, desafiando al frío, comenzó la
salida tomando el camino, hoy cubierto por la nieve, que desde Biescas
(875 m.s.n.m.) enlaza con el santuario de Santa Elena. Rápidamente,
tomando un poco de altura, podemos hacernos una idea del entorno del que
vamos a disfrutar a lo largo de la mañana. No tardamos en adentrarnos en
un paisaje que a veces echamos en falta los habitantes de la zona sur de
la provincia: zonas boscosas y verdes, donde destacan los pinares
salpicados por bellos ejemplares de abedules, en plena fase de
enseñarnos sus nuevas hojas. Interesante recorrido complementado con
diversas mesas de interpretación que favorecen el conocimiento de la
flora y geología de la zona.
En una hora,
después de pasar por la denominada “Fuente de la Silla”, con diversas
leyendas relacionadas con Santa Elena, cruzamos las aguas del Barranco
de Lasieso o l’Asieso por el conocido como “Puente del Diablo” de
factura típica medieval (1.000 m). Algo buscaban algunos de nuestros
andarines por ambos lados sin decir nada; quizá intentaban ver al
diablillo del que toma nombre el puente, pero con el día que hacía
seguro que se encontraba refugiado en otro lugar.
En unos
minutos el paisaje se abre cuando llegamos a la inmensa Planada de Santa
Elena, lugar adecuado para almorzar, pero el viento lo impidió y éste se
realizó un poco más tarde. Una rápida y lejana mirada al dolmen visitado
en una “ruta” de la pasada temporada y tomamos la pista que se dirige a
la derecha. Por ella caminamos un pequeño trecho hasta llegar a una
bifurcación que gira a la derecha. A cien metros, en un claro, perdemos
unos minutos para contemplar la hermosa caseta de “Carboneros” (1.070
m), rehabilitada por el Ayuntamiento de Biescas. Curiosa y recia
construcción utilizada como refugio en épocas pasadas, con planta
cuadrada y techumbre circular formada por aproximación de hiladas.
Volvemos
para encontrarnos de nuevo con la pista; de forma suave se va ganando
altura hasta una nueva bifurcación (1.075 m); giramos a la derecha,
dejando a la izquierda la que discurre por el nombrado valle de Lasieso.
A partir de aquí, unos tres kilómetros nos separan del barranco Iguarra,
cruzando éste por una zona cementada (1.170 m). Un poco más de subida
hasta el desvío de la pista del mismo nombre y una breve parada para
disfrutar y fotografiar las bellas formaciones geológicos que aparecen
en las cortadas paredes de la pista y, también, de la magnífica vista
aérea que tenemos a nuestros pies: Tierra de Biescas y puerta del Valle
de Tena. Nos encontramos a 1.220 m. de altitud, punto más alto de esta
excursión.
A partir de
aquí, varias lazadas que hacen más ligero el descenso y en una hora
volvemos a enlazar con el sendero por el que comenzamos a andar. Comida
en “La Lifara” a base de migas, ensalada, ajoarriero y torrijas tensinas
para recuperar el ánimo de esos amiguetes de “Rutas” que siempre están
dispuestos a perder un ratito en una mesa, eso sí no sólo para saborear
la comida, también para disfrutar de los compañeros de viaje.
Aún quedaba
la visita cultural vespertina: el Museo Nacional de Dibujo de Larrés;
castillo de época medieval con vestigios de una torre defensiva del S.
XI y construcción en los S. XIV-XVI de otra torre y dependencias en
torno a un pequeño patio central, convirtiéndose en castillo-palacio.
Fue de los marqueses de Ayerbe y de los Urriés y, en 1983, los
descendientes de Sixto Antonio Belío lo donaron a la Asociación Amigos
del Serrablo para dedicarlo al Museo de Dibujo”. En esta ocasión tuvimos
el privilegio de recorrer el magnífico Museo escuchando las
explicaciones de Julio Gavín, director del Museo y, asimismo, de la
Asociación Amigos del Serrablo; en pocas palabras, un lujo para el
grupo. Gracias, amigo Julio, no sólo por la visita, también por la labor
que ha desempeñado, desempeña y desempeñará esta Asociación que
presides.
Después de
saborear la visita, al autobús; tras unos minutos de charla, los
comentarios van bajando de tono hasta que se observa que la mayoría de
los ocupantes del autobús quedan sumidos en un sopor que dura
prácticamente la distancia que nos separa de Huesca. Despedidas en la
estación y palabras de compromiso para volver a reunirse en la próxima
salida, esta vez recorriendo en parte la comarca de Ribagorza. |